LA SOMBRA DEL EGOISMO

 

 

 

 

El altruismo, es un sentimiento benevolente en el que impera el significado de la bondad y el desinterés, por  procurar el bien ajeno. Sin embargo, este concepto queda en penumbra, por  el egoísmo. Solo una minoría de los seres humanos, no se deja embriagar por este sentimiento egocéntrico. El que es egoísta, se centra en sí mismo; carece de conciencia y sentido común. Es ésto justamente, lo que abunda en el mundo. 

 

El ególatra, se refugia en "elogiar" el egocentrimo, por derivar del genoma humano o lo que es lo mismo, por descender de la composición de cromosomas y genes, llamado abreviadamente A.D.N. Este  código, es el que hace posible que seamos como somos, aparte de llevar la información global del organismo y repercutiendo en el aspecto, el metabolismo o las enfermedades. Sin embargo, la persona que tiene una predisposición de creencia, más allá de la ciencia y la investigación física, afirma que tal sentimiento negativo, radica del estado condicional de nuestra alma, o como dirían los teólogos, proviene de nuestro yo sensible.

 

En verdad, la ciencia proclama que desde la infancia, somos seres codiciosos. Ésto, se puede clasificar tanto en la definición primera que se ha descrito referida a  los genes, como ese otro estado, en el cúal,  nuestra alma queda ahí atrapada en el defecto del orgullo y la ambición.

En realidad, el egoísta sufre una enfermedad emocional que altera su comportamiento, predominando en su interior un comportamiento falso, creyéndose a sí mismo, que actúa en consecuencia y correctamente. Esto lleva a una repercusión negativa en su evolución moral y provocando consecuentemente un aislamiento hacia sus  amistades, familia u otros allegados.

 

Un alto porcentaje de las relaciones de pareja, soportan por ambas partes, un raudal de condiciones para mantener viva esa llama de amor entre ellos o simplemente para satisfacerse uno a otro. Ante esta situación, todo tiene su límite y acaba por surgir lo inevitable, la separación. La raíz.., el fruto del egoísmo. La inseguridad en si mísmo. 

Otro aspecto que conviene valorar, es la  grave connotación egocéntrica que existe hacia las personas que viven la etapa de la vejez. Los padres, dedican gran parte de su vida a sus hijos, en referencia a su crecimiento, estudios, colaboración para su estabilidad económico-social, y sobre todo, conseguir una buena relación y consenso entre ellos. Con el tiempo, ese hijo adquiere una cierta madurez, estabilidad económica y personal, que le “impiden” físicamente, hacerse cargo de esas personas que un día le dieron la vida y hoy suplican su ayuda.

Resulta paradójico pensarlo, aunque resulta más crudo aún, el reflexionar en esta cuestión, observando que es un hecho real y se da muy asiduamente. Personas que tienen derecho a amar y a ser queridos, personas que ya se conforman con poco y sin embargo, ofrecen mucho en agradecimiento a su custodia.

 

A este colectivo se le busca una única solución; el abandono y el desamparo. Como todo, este concepto puede ser relativo. Si el hijo, ha sido maltratado en su periodo de crecimiento, o no ha adquirido la enseñanza ni el cariño oportuno por parte de sus progenitores,  se observa con más lógica la actitud posterior de éste,  aunque este tipo de comportamientos, nunca tienen cabida dentro de la lógica. Por consecuencia, esos actos son debidos a una falta de voluntad de adquirir una cierta empatía. Lo que genera una inmadurez y una inconciencia extrema. Para muchas personas la vejez es un proceso de crecimiento intelectual, emocional y psicológico. Para otras, supone un descenso en la autoestima e incluso indicios de depresión. Motivo más que suficiente para tener el calor de sus allegados, intentando que esto nunca suceda. Por desgracia y a menudo, se dan casos de abandonos, desatención, desprecio e incluso maltratos físicos y síquicos.

 

Una sincera voluntad de comprensión, acompañamiento y cariño de los demás hacia el anciano, contribuye  a una vejez plena, con mejor calidad de vida y una buena aceptación sobre su etapa. La flexibilidad y la voluntad por parte de todos en querer y obrar hacia una mejor relación mejora la actitud y el acercamiento.

Como última observación; haciendo mención a las creencias y doctrinas, se puede observar que aquí igualmente destaca el egoísmo de forma extrema. Todo tipo de creencia debe ser respetada, pero quien la practique, que sea por una natural devocion. Sin condiciones, ni por dictámenes. Por seguridad en si mismo; no, por que la necesite por que alguien le convenza y le guie.

Todos existimos desde siempre, nacimos en un mundo conforme a un estado o plan, en el que cada uno debe descubrir su camino y su por qué. Todos adquirimos los mismos sentimientos anhelos y derechos; como el derecho a amar, ser amados y apreciar la voluntad de esta vida.

 

Ante todas estas reflexiones, es tiempo pues de entender y de actuar en consecuencia. La felicidad está en extirpar el egoísmo del alma. La flexibilidad,  la caridad y la humildad se encargarán de tapar ese vacío. Descubréndose esa virtud, se logrará una mejor relación, una mejor actitud y un acercamiento hacia quienes nos rodean.

 

 

 

Antonio del castillo.2017

  

 

  

 

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