A veces; cuando he permanecido un rato sentado en un banco, he llegado a deliberar sobre los cientos de pensamientos, de todas aquellas personas que transitan y caminan cerca de mí; sin pausa y en silencio.
Pensamientos, de colores alegres o fríos. Reflexiones de toda índole, ruegos, anhelos, esperanzas, bellas o amargas nostalgias. Fantasías, que hasta a algunos, en el instante de hacer visita dicho pensamiento a su mente morada, les cambia la cara.
Desde aquel banco, imagino el hecho de que toda la gente que camina y se entrecruza con otras personas, pudieran intercalarse entre ellos, esos pensamientos.
Que la persona que supiera la solución, del que se le atraviesa y no la encuentra, se lo solucionara en el mismo instante que en pocos segundos, sus vidas se cruzan.
Que quien tuviera un anhelo o una esperanza, se atravesara con quien se la pudiera hacer realidad. Porque tiene medios, para ello.
Que la persona que va caminando, llorando en silencio.., se cruzara con quien tuviera la virtud de la bondad; y le invitara a seguir con una sonrisa su camino.
Que quien camine deprisa, porque su subconsciente le va recordando que no llega a tiempo a su destino, se cruzara con un anciano que al mirar al estresado, le transmitiera sosiego. Una mirada que le enseña, a que aprenda a hacer y vivir sin prisas. Porque con templanza, se llega y se hace, todo mejor.
A veces, cuando caminamos, se nos cruza la solución, lo que en ese instante necesitábamos o hasta el amor de tu vida.
Pero la gente, sigue caminando sin cesar. Sigue viendo sin los ojos de la conciencia, de la templanza y de la bondad.
Antonio del castillo. 2017
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